
‹‹Repasemos el significado de la palabra quimera: «lo que se propone a la imaginación como posible y verdadero no siéndolo». ¿No podría servirnos esta definición para hablar de las sensaciones reales que nos produce el arte cuando conectamos con él?.››
En las siguientes líneas hablaré de la quimera como bestia mitológica, de su simbología a través de los siglos y de por qué hemos decidido utilizarla para dar nombre a nuestro proyecto educativo.
EL MITO DE LA QUIMERA

La imagen de la quimera como animal mitológico surge por primera vez en Grecia en el siglo VII a.C. Este híbrido, nacido de los amores entre una mujer mitad serpiente y el gigante Tifón, tuvo un trágico final a manos del héroe Belerofonte. Su fisionomía era una mezcla de león, cabra y serpiente, pero se la representaba con diferentes combinaciones de los tres animales. Así, podemos encontrar en el arte griego desde criaturas tricéfalas (representando cada cabeza a una de las bestias) a monstruos con una única cabeza leonada seguida por un cuerpo de cabra y rematada por una cola de reptil.
En esta época podíamos ver a la quimera representada tanto en imágenes corales que narran su historia como en solitario. En este último caso, su imagen adquiría un carácter mágico y protector. Por eso se la situaba, por ejemplo, cerca de las tumbas con el fin de que hiciese de guardiana.
LA QUIMERA COMO SÍMBOLO

Al finalizar la época clásica siguió usándose como objeto de arte, especialmente en el Renacimiento, siempre representada en su contexto mitológico original.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la palabra quimera adquirió nuevos significados. Se convirtió entonces en un símbolo que hace referencia a las creaciones irreales de la imaginación, lo que se propone a la imaginación como posible y verdadero no siéndolo.
A partir de aquí el término quimera comienza a ser utilizado por artistas de toda índole que se hacen eco de la nueva concepción. Este cambio etimológico hace que también varíe el físico de nuestra criatura y la quimera comenzó a representarse bajo las apariencias más diversas. En la pintura, podemos encontrar quimeras con aspecto de esfinge o de centauro alado. De esta nueva acepción surge también el adjetivo quimérico.
NUESTRA QUIMERA

Repasemos el significado de la palabra quimera: «lo que se propone a la imaginación como posible y verdadero no siéndolo» ¿No podría servirnos esta definición para hablar de las sensaciones reales que nos produce el arte cuando conectamos con él? El arte siempre es de algún modo quimérico. Cuando un cuadro, una obra literaria, una pieza de música nos hace adentrarnos en su universo ficticio no podemos evitar que nos provoque sensaciones y sentimientos reales, como si nos hubiésemos sumergido en una realidad paralela.
¿Nunca habéis sentido tan auténticos a los personajes de una novela hasta el punto de sufrir, reír y disfrutar de sus vivencias como si fuesen tus seres queridos? ¿Nunca os ha sobrecogido la potencia de una pieza de arte? ¿Nunca os habéis sorprendido soltando alguna lagrimilla por no lograr contener la emoción al escuchar una sinfonía? A todos nos ha pasado alguna vez. Ya sea en el cine, con la música, con un libro o viendo una exposición.
El arte se vuelve entonces un espejismo, una quimera, que llega a nosotros de una manera tan real que no podemos evitar que nos arranque los sentimientos más auténticos.

Recuerdo que una amiga me contó una vez que en su librería se reunía un club de lectura. Entonces estaban leyendo las novelas de Jane Austen. Esas personas llegaron a conectar hasta tal punto con los personajes que durante las sesiones se montaba una batalla campal entre los defensores y censuradores de unos y otros. La discusión era hasta tal punto acalorada que parecía que estaban defendiendo a sus propios familiares del peor de los agravios.
Desde el punto de vista de la lógica es completamente absurdo reaccionar así sabiendo que el contenido de la novela es pura ficción. Pero los artistas tienen el extraño poder de arrastrarnos dentro de sus propias quimeras, haciéndonos vivir experiencias que se nos hacen más auténticas que la propia realidad. Hay veces que después de leer cierto libro, escuchar cierta pieza, o ver tal película no volvemos a ser los mismos. Esto quiere decir que las experiencias artísticas son para nosotros tan reales que no sólo son capaces de hacernos reaccionar con sentimientos, sino que pueden llegar a transformarnos y cambiar nuestra manera de percibir el mundo.
Las personas que sienten la necesidad de comunicarse a través del arte están tratando de algún modo de hacer perceptible su propia quimera, para poder mostrarla a los demás.
Hemos escogido éste animal mitológico como emblema porque, para nosotros, la quimera representa el mundo interior que muchas personas tienen la necesidad de plasmar desde la infancia. Éste mundo interior, tan intenso, que les hace pasar horas y horas dibujando, escribiendo o componiendo.
María Espejo